viernes, 10 de junio de 2011

LA LEYENDA DEL LLANERO SOLITARIO

Después de dos largos años sin antena de televisión, hoy por fin he logrado romper la maldición (rima incluida). Por norma general detesto lo que la caja tonta ofrece, pero sin embargo me gusta mucho la idea de vegetar frente al aparato en cuestión y darle al mando a distancia hasta localizar una película de esas que dices "¡Anda!, la he visto 500 veces... pero va, voy a verla otra vez" o "¡Anda!, vaya mierda de peli... pero va, la veré, total es gratis" o, en su defecto, "¡Anda! nunca he sentido curiosidad por esta... pero ya que estoy, la veré". Y eso mismo me ha ocurrido con el film del que les hablaré a continuación. ¡Que gran invento la televisión!, algo me dice que mucha va a ser la materia que de ella extraiga para este hermoso blog.
El caso es que, sinceramente, no soy persona de western. En general, las pelis del oeste me aburren. Es más, no soporto las intocables creaciones de Sergio Leone. Los únicos westerns que, más o menos, disfruto son los de Clint Eastwood (post-Leone). De hecho, "Sin Perdón" me parece estupenda, y es el único western que tengo en mi dvdteca. Probablemente por eso nunca jamás vi, ni sentí especial interés en ver, esta "La leyenda del llanero solitario". Hasta que hoy la he pillado por casualidad en la tele y he aplicado lo expuesto hace unas líneas.
En 1978 el "Superman" de Richard Donner puso de moda un nuevo modo de enfocar la traslación a la pantalla de los superhéroes, o héroes grandilocuentes. Un modo basado en el realismo y el respeto, sin por ello perder la esencia del personaje retratado ni caer en lo "camp", o en el ridículo involuntario. Y estoy seguro que los artífices de "La leyenda del llanero solitario" quisieron hacer lo mismo, aplicar idéntica fórmula. Así pues, lo que aquí tenemos es un western tardío -de 1981- con un acabado técnico muy loable y digno, espectacular incluso diría yo (toda la parte final repleta de explosiones contribuye a ello), que nos narra el origen del héroe enmascarado, de cómo decidió convertirse en un justiciero y de cómo logró pararle los pies al malo de turno, muy sobriamente interpretado por Christopher Lloyd. Hacer notar lo sorprendente que resulta el contundente grado de violencia que gasta el film, más tratándose de un producto de inicios de los 80 destinado, básicamente, a todos los públicos.
Sin embargo, en aquellos tiempos el western ya andaba algo agonizante, y la peli, con todo su "saboir faire" roza el ridículo cuando, después de unos 45 minutos muy bien llevados, entra en acción el mentado "Llanero Solitario". Vale, no negaré que mola verlo ahí cabalgar con su clásica tonadilla... pero tampoco sería ético negar que al mismo tiempo una sonrisa se me dibujaba en el rostro. Richard Donner supo equilibrarlo todo muy bien para que la súbita presencia de "Superman" en medio de un escenario realista y creíble no resultara demasiado chocante y, por ende, algo risible. William A. Fraker, el dire de esto, no.
En definitiva, "La leyenda del llanero solitario" se toma demasiado en serio a sí misma, y por eso -y porque el western estaba pasado de moda- seguramente se metió el batacazo en taquilla que se metió. Tremendo (de su prota, Klinton Spilsbury, nunca más se supo). Aunque hay quien alude a asuntos turbios durante el rodaje.
Y es una pena porque, después de todo, la peliculilla entretiene lo suyo
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