viernes, 10 de marzo de 2017

LAS FABULOSAS AVENTURAS DEL BARÓN DE MUNCHAUNSEN AKA LAS FABULOSAS AVENTURAS DEL BARÓN FANTÁSTICO

Hace poco les hablaba de lo que supuso para mi infancia la película de “Las nuevas aventuras de Popeye”, y hoy les vengo a hablar de otra película de animación que también me marcó lo suficiente como para que, fruto de la nostalgia, tras localizarla, fuera corriendo a verla. Se trata de “Las fabulosas aventuras del Barón de Munchausen”, largometraje de animación que adapta las aventuras ficticias de un Barón Alemán que existió realmente, y que  debería ser un fantasma que se inventaba unas historias de aúpa. El caso es que estas fantasmadas fueron llevadas a la gran pantalla de muchas maneras, siendo la más popular de todas ellas la que en forma de largometraje perpetró Terry Gilliam.
Sin embargo, la primera vez que tengo constancia del personaje es con esta película del popular Jean Image, Franchute que lo petó en los cines de medio mundo en los años 70 con su adaptación animada de “Aladino y la Lampara maravillosa” y que también lo hizo con la que nos ocupa, la cual vi siendo un tierno infante en mi adorado cine Benares, al cual me llevaron mis padres, cuando se estrenó bajo el título de “Las Fabulosas aventuras del Barón Fantástico”. Unos años más tarde, apareció en formato domestico directo a alquiler, con el título que nos ocupa, incomprensiblemente. Quizás, por equis cuestiones, el Barón de Munchausen en un par de años se hizo popular entre la niñería de la época por, váyanse ustedes a saber por qué, y decidieron cambiarle el título.
El caso es que recordaba muchas escenas de esta película que me marcaron, recordaba sobretodo la canción que se marcan a mitad de metraje el Barón y sus reclutas y recordaba lo felíz que era de niño viendo películas, ya fueran estas de animación o de imagen real, e incluso se me humedecieron los ojos al ver los títulos de crédito de pura emoción. La nostalgia y la mediana edad, amigos. Casan estupendamente.
La peli cuenta como el Barón tiene que llevarle al Pachá de no se donde un regalo muy especial, y por el camino irá soteando los peligros que se le presentan, acompañado de una banda de freaks con deformidades –y  dones que acompañan a esas deformidades- viviendo una serie de inolvidables aventuras.
Y la verdad, como ejercicio nostálgico que es el volver a verla, funciona perfectamente, pero como película…¡menuda porquería! Y es que, es cierto que Jean Image tenía una gran inventiva y hacía unas adaptaciones muy bien desarrolladas, pero su animación es tosca y fea, cutre y salchichera, si bien al argumento le cuesta avanzar, quizás consecuencia de ser una película infantil en la que el paso del tiempo ha hecho especial mella. Vamos, que Image no es Disney.
Una vez inmerso en la película, tras liberarse del ataque de nostalgia, lo cierto es que la película es un soberano aburrimiento, que si bien de niño me entusiasmaba, dudo mucho que a día de hoy ningún niño pudiera disfrutar de este producto.
La película en su momento fue un gran éxito por todo el mundo. En España congregó a 27.000 espectadores –no demasiado- y se convirtió en un clásico de las secciones infantiles de los videoclubes. De hecho, cuenta con una secuela directa, todavía más peñazo que esta, titulada “El barón de Munchausen y el secreto de los Selenitas” que ya se estrenaría directamente en vídeo, y que supondría el último largometraje en la carrera de Jean Image.
Una pena que sea tan mala, pero ¡Ahí queda!