lunes, 8 de mayo de 2017

LOS GUSANOS NO LLEVAN BUFANDA

Desde luego, el interés de esta película radica en lo descabellado y bizarro de su reparto. ¿A quién se le ocurriría meter en la misma película a Anthony Perkins, Quique Camoiras, Rody McDowall, José Luis López Vázquez y Beatriz Carvajal? Pues nada menos que al productor José Frade y al compositor/actor/director Javier Elorrieta, que estaban convencidos de que, por encima del talento, y con un pensamiento muy a la americana, lo que prima en el éxito de una película es el número de estrellas internacionales que contrates para ella, aún estando estas en decadencia. Con esa premisa rodaron en 1989 “Sangre y Arena” que cuenta con la particularidad de tener en su reparto a Sharon Stone que aún no era una súper estrella y con la que ya sonaron campanas en cuanto a su carácter de mujer caprichosa irracional e insoportable. Y en 1992, disponen todo para poner en marcha esta “Los gusanos no llevan bufanda”.
Aunque esta películas con estrellas internacionales probablemente funcionarían bien en el resto del mundo, ya fuera en ediciones en vídeo, ya fuera en ventas a televisión, lo cierto es que en España pasaron inadvertidas, si bien es cierto que, mal publicitadas, y malas como el mismo diablo, lo más probable es que sus estrenos comerciales en la península importaran un pimiento; no eran esas vías las que harían que los bolsillos de Frade se llenasen, sino las anteriormente mencionadas.
Estrenada internacionalmente con el título de “The Naked Target”, en clara alusión y explotando el tirón de la saga “The Nuked gun” - “Agárralo como puedas” , “Los gusanos no llevan bufanda” cuenta la historia de un inepto mensajero neoyorquino que, sin saberlo, es enviado por la CIA a España a una misión secreta, para la cual se le esposará a la mano un misterioso maletín metálico. Una vez en España es recibido a tiros, comenzando así una trama incomprensible, liosa e incoherente que se irá desarrollando entre gags cómicos de sal gruesa. El tedio más absoluto se apodera del espectador.
Y es que esta película es una rara avis, quizás, la película más extraña del cine español. Una mezcla, intuyo que involuntaria, de acción al más puro estilo americano –pero muy mal rodada- con la comedia española de toda la vida, la de la pandereta, los cuernos y el esconder al amante dentro del armario.
Para que el entramado internacional cuadre más, y rodada íntegramente en Madrid, se soluciona esta papeleta rodando unos planos de Nueva York muy bonitos y pintones que se colocarán  al principio, durante los títulos de crédito, y así queda cubierta la parte americana de la película.
Protagonizada, sin comprender muy bien por qué, por el actor Clayton Rohner, secundario americano especializado en producciones de serie B, su nombre sonará a amantes del género de terror al estar su nombre implicado en los repartos de películas como “Inocentada Sangrienta”, “Lecturas Diabólicas” o más recientemente “The Human Centipede III”, pero para el resto de los mortales, y más en concreto para el publico del cine español, un completo desconocido. Rohner encabeza el reparto intentando ser lo más gracioso posible, sin conseguirlo, y con cara de preguntarse todo el tiempo qué demonios hace ahí.
Más decadente resulta la aparición de Anthony Perkins dando vida a una especie de putero  homosexual adicto a los accidentes de tráfico, con medio cuerpo articulado en plan robot,  que va en busca de travestís y que por motivos meramente cómicos, acaba contratando los servicios de nuestro protagonista perfectamente disfrazado de mujer por motivos que no vienen al caso, ni en lo que cuento, ni tan siquiera en la película. Y a pesar de lo decadente de esta intervención del que fuera antaño Norman Bates en “Psicosis", esta se antoja de largo como lo mejor y más divertido de la película, lo más desmadrado, y un claro guiño a clásicos de de la serie B americana como, por poner un ejemplo, “La carrera de la muerte del año 2000” producida por Roger Corman, en caso de que, efectivamente, existiera la intención de homenajear por parte del director Javier Elorrieta. Mucho me temo, que el posible homenaje, sería también involuntario, pero ahí queda.
Más digno sería el papel que desempeña Roddy McDowell, que venía directamente del tirón que el actor adquirió al protagonizar al cazador de vampiros Peter Vincent en “Noche de Miedo” y que daría vida al contacto español que capitanea la misión de nuestro protagonista y si bien es cierto que su rol sería el menos excesivo de toda la película, la cosa se torna bizarra cuando en la sala de doblaje de la versión española de la cinta se decide que su voz sea doblada por ¡¡Jesús Puente!! El actor tenía una larga carrera de doblaje a sus espaldas, pero el tono  de su voz y el hecho de que por aquél entonces gozaba de cierta popularidad por presentar en televisión diversos programas televisivos, hacen su presencia en la película demasiado evidente como para que esto no resulte hilarante y, en cierto modo, incluso ridícula.
Y a todo este elenco internacional, imagínenselos interactuando con un enloquecido Quique Camoiras que, sierra mecánica en mano, está a punto de rebanarle los sesos a Clayton Rohner, o con un José Luis López Vázquez que da vida a un oficial del ejercito cuya mujer, Beatriz Carvajal, le pone los cuernos, y creyendo este que el amante de su mujer es el mismo Rohner,  la emprende con él a tiro limpio, o con un Juan Carlos Martín, recién salido de los programas televisivos de Tele Cinco y que comenzaba con su fallida carrera cinematográfica compartiendo un momento con Rohner en el que son masacrados a golpe de metralleta en la cornisa de un edificio. El resultado es del todo hilarante, pero dista mucho de ser de interés o minimamente divertido, pero si que es una comedia española para nada convencional. Tampoco es convencional su director, Javier Elorrieta, hijo del famoso productor José María Elorrieta, y que empezó su carrera como compositor –suya es la partitura de “Descanse en Piezas” para la que además hace un papelito- y protagonizó la película “Freddie, El Croupier" , para rápidamente pasarse a la dirección cinematográfica facturando títulos de cierto prestigio como “La noche de la Ira” , despropósitos deleznables como “Demasiado caliente para ti”  o acabar dirigiendo “Sitcoms” de factura patria que muy bien se podrían reseñar en este blog como pueda ser “Arévalo & CIA”  a mayor gloria del humorista Arévalo, para acabar sus días en el cine filmando directamente en vídeo con “Humo y Azar”.
Actualmente, compagina la dirección por encargo con su tardía carrera paralela como cantante y de la cual ya cuenta con cuatro discos en el mercado.
Un director curioso.