lunes, 29 de mayo de 2017

RAPPIN'

Una de las películas más olvidadas de la Cannon, y a su vez, una de las peores de su catálogo, sería esta “Rappin’”. De hecho, no es uno de los títulos que salen a relucir muy a menudo cuando se habla de las películas que convirtieron en mítica a la productora. Es un claro ejemplo de que no solo dentro de los parámetros del cine fantástico, se pueden encontrar películas “malas pero divertidas”. El despropósito que supone “Rappin’” para el séptimo arte en general, no comprendo como no ha sido más sonado. Cierto es que en algunos círculos exquisitos del  fandom USA, de unos años a esta parte, “Rappin’” goza del culto que se merece, pero no dejaría de ser un nicho dentro de un nicho; el mofarse y disfrutar de esta película al mismo tiempo, como quién lo hace con un obvio “Troll 2”, es una actividad para sibaritas que tiene su cenit en las calles de "Pitchburg" donde se rodó, y dónde tiene un mayor número de fans que proyectan y disfrutan la cinta en comandilla.
Se trata de la última intentona de Menahen Golan Y Yoran Globus por  explotar el filoncillo en taquilla que experimentó el movimiento Hip-Hop.
Cómo ya habían tocado el tema del Break Dance, ahora le tocaba el turno a la más importante de las disciplinas de esa cultura, que es el rap. ¿Y cómo solucionan el hecho de tener que introducir rap en una película? Pues haciendo un músical en el más estricto sentido de la palabra. De aquellos en que, a mitad de la acción, alguien se pone a cantar, solo que en este caso se ponen a rapear.
La Cannon, sabía que una película de estas les sería rentable y les haría ganar dinero –que equivocados estaban-, pero no era “Rappin’” el proyecto en el que estuvieran más implicados los “Go-Go Boys” de los muchos que tenían, por lo que le restaron importancia al film, si bien, nadie allí tenía ni puta idea de lo que era el Hip-Hop.
Se contrato a uno de sus hombres de confianza, Joel Silberg, que ya había dirigido con excelentes resultaos –económicos- “Break Dance”, y con un guion de mierda de Adam Friedman y Robert Jay Linz –que luego ni se prodigaron mucho, ni destacaron en lo que a escritura de guiones se refiere- se tiraron a la piscina a filmar una película que nos presenta un material que en absoluto se asemeja lo más mínimo a lo que vende. Cuando lo fácil hubiera sido tirar de cliché –podían haber tenido como ejemplo sus propias películas sobre el tema, u otras como la respetabilísima “Beat Street”- se sacan de la manga unos personajillos, que más que parecer raperos, parecen personas ajenas al movimiento disfrazados de rapero, que es en lo que en realidad eran. No hay rapero menos creíble que este “Rappin Hood”-Así se llama- que nos ofrece el protagonista, un joven y pizpireto Mario Van Peebles.  Es por eso, que como Van Peebles no rapeaba una mierda, el mítico Master Gee, rapero de la mítica Sugar Hill Gang, que andaba por allí asesorando, cuando sugirió que como iban a hacer una película sobre raperos sin nadie que supiera rapear, fue contratado para que escribiera todas las letras que en la película iba a cantar Mario Van Peebles. Una vez escritas, Van Peebles, interpretándolas, más que rapear parecía que se estaba follando a un mono tuerto, por lo que Master Gee volvió a solucionar la papeleta a la Cannon, doblando las rapeadas de de Van Peebles.
Por si esto fuera poca patata hervida, rodaron la película con las canciones acapella, introduciendo en postproducción las producciones musicales, por lo que estas no concuerdan con las voces de los raperos y van siempre desacompasadas; por un lado la música, y por otro la voz, en un alarde de retardismo fílmico. Una chapuza de dimensiones inimaginables, vaya.
Por otro lado, buscando info en Internet, y es algo que en España se pierde por el idioma, los fans hacían especial hincapié en sus reseñas, a lo risible de la presencia de Ice T en la película –que aparece en todas las películas sobre Hip-Hop de la Cannon-  en la cual, estando participando en un concurso de rap que monta una discográfica, mientras que el resto de los participantes cantan un rap más o menos alegre y positivo acorde con el tono que tiene toda la película, Ice T canta una de sus canciones previas a convertirse en una mega- Estrella, “Killers”, de lo más agresiva y explícita, en la que hablan de brutalidad policial y del  uso de armas contra la policía. El Jurado del concurso, meneando la cabeza, dice que no está mal, pero que no es lo que anda buscando. Es entonces, cuando entran dos borrachos armando bronca, y Mario Van Peebles que anda por ahí, los disuade soltándoles unas rimas improvisadas hablándoles de lo malos que son los efectos del alcohol. Más que suficiente para que el jurado se fije en él y le ofrezca grabar una demo. Una escena absurda y ridícula. No en valde, la sensación de vergüenza ajena hace acto de presencia desde los títulos de crédito, en los que Van Peebles, armado con un radio cassete, rapea por las calles del ghetto, a la cara de sus vecinos.
La trama es sencilla: Rappin’ Hood es un muchacho que acaba de salir de la cárcel totalmente reformado. Cuando llega al barrio, ve que este está completamente sometido por las empresas inmobiliarias que matan de frio y de irregularidades a los inquilinos de sus edificios. Con artes no del todo legales, Rappin Hood tratará de resolver esos problemas mientras se mete en diversos líos de índole callejera, y entre medias, rapea en cualquier situación. Un espanto.
Como no supuso un éxito como las anteriores películas de Hip-Hoperos, “Breakdance” y “Breakdance  2: Electric Boogaloo”, “Rappin’”, en un alarde de autoexpolio, se lanzó como secuela directa de estas, siendo conocida en muchos países angloparlantes como “Rappin’ Breakdance 3: Electric Boogalee”. Huelga decir, que en la película, salvo dos segundos al principio de la película que Mario Van Peebles hace algo de baile “Poping”, mientras rapea, el Break Dance no hace acto de presencia ni una sola vez en toda la película, y el único nexo de unión con las otras películas es, como ya he dicho antes, la presencia de Ice T, que en cualquiera de las tres películas esta se reduce a cameo.
Como anécdota, decir que uno de los grupos primigenios del rap de principios de los 80, era los Fat Boys, que siempre rapeaban sobre comida; como normalizando el tema de que los rappers gordos rapeen sobre comida, uno de los miembros de la banda de Rappin’ Hood, se marca una canción al estilo de los Fat Boys que, efectivamente, vuelve ha hacer al espectador morir de vergüenza ajena.
En el reparto, junto a Van Peebles tenemos a unos primerizos Kadeen Hardison y Eric Lasalle, que a día de hoy se debían preguntar que demonios hacían en esta película, y en la nomina de raperos, además de a Master Gee en el doblaje, tenemos a The Force MD´s, T-Force y  Tuff Inc, todas ellas formaciones de rap pioneras, que acabaron en la peli a golpe de cheque.
Al director, Joel Silberg, todavía le dio tiempo a  rodar “Lambada, fuego en el cuerpo”… pero eso es otra larga historia…