sábado, 20 de mayo de 2017

UNA NOCHE PARA MORIR

En el documental "Going to Pieces", Paul Lynch, director de "Prom Night",  uno de los slashers clásicos por excelencia, decía que su película era más thriller que terror. Tuviese o no razón, es algo que los responsables del inevitable remake, producido en plena oleada de nuevas versiones de slashers setenteros (como "Hermandad de sangre" o "Negra Navidad"), se tomaron al pié de la letra y decidieron aplicar en su película. Dicho de otro modo, olvídense de asesinos con máscara, silenciosos y carismáticos. Aquí es un tipo común y corriente, que muestra la cara desde buen principio y habla con normalidad. No mola, no cae bien, no lo vitoreamos cuando mata porque sus fechorías son realistas y dan un poco de mal rollo. O igual es que me he hecho mayor, pero no "disfruté" nada con las escenas de crímenes que, por creíbles, resultan intensas. Tampoco muere aunque le corten en pedazos y le manden a Islandia por correo certificado, este la palma cuando, según las leyes de la naturaleza y la física, ha de palmarla. Sin más. Ese es el aspecto más positivo de "Una noche para morir". El negativo, sosería telefílmica a un lado, está en sus protagonistas adolescentes, una panda de pijos recauchutados, relamidos e irritantes que escuchan música de mierda, sueltan grititos de aprobación y, en fin, son bastante odiosos... pero claro, supongo que eso era lo que los chavales de multi-sala querrían ver en el año 2008, cuando se estrenó. Para entonces yo ya estaba fuera de su "target", así que es normal que no me sienta muy afín a ellos (claro que jamás he sentido afinidad alguna con las víctimas de todos los slashers que me he comido en mi vida, y que no son pocos).
Durante la mentada fiebre remakeadora de slashers, lo común, e incomprensible, era alejarse al máximo de la fuente original. Es decir, quedarse con los elementos comunes a todas las de su especie e ignorar el único punto que marcaba diferencias entre unas y otras, el origen y/o las motivaciones del asesino. En este "Prom Night" ignoran aquello de la venganza provocada por una muerte accidental en la infancia. En realidad la cosa va de un baranda tan obsesionado con una estudiante, que mata a todos los que la rodean, padres incluidos, para que sea solo suya. El tipo es detenido y encerrado, pero la noche del baile de graduación (sí, eso sí lo han respetado, ¡¡qué menos teniendo en cuenta que ES su título!!) se escapa y acude dispuesto a seguir la escabechina y agenciarse a la niña.
Asumido que el parecido con la original es nulo, toca recalcular. Cuando la vi en su momento, esperando lo que esperaba, me sentí defraudado, la encontré aburrida y saqué la conclusión de que era horripilante. Pero hace un par de noches la revisé ya avisado, consciente de todo ello, y mi percepción varió levemente. Me pareció insípida y mediocre, pero no tan horrible. Un thriller del montón, visible y olvidable.
Y que hace unas líneas atrás usara el término telefílmico no fue algo gratuito, ya que el director de "Una noche para morir" era un mindundi que venía de la tele, que regresó a ella luego de esta peli, y que aplicaría la misma sabiduría limitada y acomodaticia en otra escapadita de la caja tonta en formato remake, "El Padrastro".
Otros nombres curiosos son los del guionista, J.S.Cardone, habitual del cine fantástico tanto en funciones escribientes como dirigiendo cosillas (suyas son "El asesino de la isla", "Shadowzone" o "Los malditos, vampiros del desierto". Por cierto, también firmó el guión del nuevo "Padrastro" antes mentado) y el cada vez más reputado Idris Elva interpretando al policía protagonista. Casi el mejor personaje de toda la función.