lunes, 2 de octubre de 2017

CIRCUS KANE

Otro film lanzado en  DVD y plataformas digitales en fechas cercanas al estreno de “It” de Andy Muschietti y al igual que “Clowntergeist” el posible plagio no pasa del cartel promocional y uno o dos elementos que podamos asociar a la adaptación de la obra de Stephen King. Como es de suponer, los elementos atrayentes aquí son el payaste siniestro y los globitos, que aquí están solo presentes en el póster centrándose más en la figura del payaso con sonrisa diabólica, más deudor de la mini-serie que de la película que actualmente triunfa en los cines, siendo este, no obstante un personaje secundario de la cinta que nos ocupa. Por lo demás se trata de una serie B del nuevo milenio de lo más simpática y divertida —¡¡curiosamente!!— con los ojos más puestos en “La casa de los 1000 cadáveres” que en otra cosa,  y que realizada por el hijo de Fred Olen-Ray, Christopher Douglas Olen-Ray (que ya comienza a firmar con un nombre mucho más corto: Christopher Ray) resulta un entretenimiento gore y tontorrón con guiños solo reconocibles para los aficionados —uno de los protagonistas viste una flamante camiseta de “Hollywood Chainsaw Hookers” en homenaje a papá— que deja, sin que nos rasguemos las vestiduras, con un buen sabor de boca. Olen-Ray, por derecho propio, se está convirtiendo en una de las cabezas visibles del “exploit” contemporáneo, si bien todo este nace ya con intenciones mercantiles mucho menos ingenuas y rentables que en los años dorados. Aún así, aparte de todos los títulos producidos, Olen-Ray Jr.  Es director de títulos con tanta jeta como “Megatiburóncontra Crocosaurio”, “El Todopoderoso Thor”, O “Mercenaires”, aquél bodrio que explotaba, más que una franquicia, una idea; la de hacer una película como “Los Mercenarios” con estrella femeninas. Y ahí la tenemos.
“Circus Kane”, se adapta a los tiempos que corren como polla al culo y otroga protagonismo a un grupo de famosos de Internet relacionados con el mundo del cine de terror; así tenemos prestigiosos bloggers, youtubers, una Scream Queen o el equivalente a un especulador coleccionista de “Todocolección”. Por otro lado tenemos a un antiguo “performancer”, Baltazhar Kane, que aparece de la nada mandando a todos estos pringadillos una invitación, por lo que reúne a todos ellos en un mismo lugar y  allí, en una especie de mansión de los horrores, les propone el siguiente juego:  Quién quiera, puede marcharse voluntariamente si no puede resistirlo, pero el que consiga pasar la noche esquivando los horrores (sin morir) que allí acontecerán saldrá de allí 250.000 dólares más rico. Los famosillos de Internet se toman el asunto a chufla porque el tal Kane era famoso con su espectáculo en los 80 e intentarán pasar allí la noche, por lo que irán muriendo todos de la forma más variopinta.
“Circus Kane”, al margen de la estrategia comercial que la emparienta con otra cinto de éxito, es una mierdecilla, por supuesto, pero por suerte, y quizás sea porque de casta le viene al galgo, está infinitamente más entretenida que cualquier título directo a vídeo o plataformas digitales de los que nos llegan ahora, lo cual es un soplo de aire fresco. Parte de toda esta diversión viene dada gracias a las ingentes cantidades de casquería, ya cada vez menos habituales en cualquier película.
Por otro lado, agradezco esa tendencia cada vez más formal a despojar de humor las cintas de terror, por chabacano que sea este.
Se puede ver perfectamente. Además, que toda la parafernalia circense, así como los monstruitos que se encargarán de ir dando cuenta de los odiosos protagonistas (concebidos para ser masacrados) son de lo más chanantes.
El reparto es una cosa cuando menos curiosa; tenemos como principal protagonista a Jonathan Lipnicki, cuyo nombre les sonará de sobra pero al cual  no ubicarán; se trata del niño gafado y rubiales de “Stuart Little” o “Jerry McGuire”. El muchacho a crecido y ha pasado del más brillante mainstream a la costrosa y barata serie B videoclubera, como no podía ser de otra forma. Por el mainstream, también, ha paseado su trasero, siempre en roles secundarios Mark Christopher Lawrence, el negro cuya cara nos es familiar, como también tonteó con el mainstream, casi en calidad de extra Ted Conte, que tenía un papel sin acreditar en  “El silencio de los corderos” para luego acomodarse en mierdecillas intrascendente de este estilo. Destaco a Conte por dos motivos; su rol en la película, su sobreactuación y su personaje, crispan al espectador, cae mal, cae gordo, dan ganas de que muera el primero (se trata del tipo con la camiseta de “Hollywood Chainsaw Hookers”). Y cae mal, porque lo que estamos viendo, física e interpretativamente a un clon de Robert DowneyJr., o mejor dicho, de Tony Stark. El ver como intenta quedar por encima de sus partenaires con chascarrillos de escasa gracia y caritas de tío “cool” pone a uno de lo más nervioso.
Por otro lado, en un rol casi anecdótico, y también como guiño al fan, tenemos a un, ya muy mayor, Richard Moll, (“House, una casa alucinante”, “Noche en el tren del terror”) que se antoja una presencia del todo entrañable.
En definitiva, que no pasa nada porque pasemos un ratillo viendola.